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Algunos de vosotr@s descubrísteis en mi último post que no sufríais alergia a los alimentos como pensabais, puede ser que esos problemas sean debidos a una intolerancia alimentaria que os menté en ese post y que paso a describiros algo más en este.

La intolerancia alimentaria lo que hace es afectar al metabolismo y no al sistema inmunitario (al menos no de la forma clásica).

Un ejemplo muy claro es el de la intolerancia a la lactosa, que se da en ciertas personas que carecen de la lactasa (enzima digestiva de la lactosa que es la encargada de metabolizarla). En el caso de las intolerancias el problema suele ser más una mala digestión del producto o de alguno de sus componentes.

Al contrario que en el caso de los alérgicos, que deben eliminar el alérgeno de su dieta, en el caso de las personas con intolerancia no existe ese problema; pueden consumir pequeñas cantidades del alimento sin que padezcan síntomas alérgicos, excepto en el caso de que la sensibilidad sea debida al gluten o al sulfito. Ello les permite poder salir a disfrutar de los ricos menús gastronómicos en buena compañía a los restaurantes sin padecer problemas como les ocurre a los alérgicos; exceptuando a los celíacos claro. De todas, las intolerancias más frecuentes son a la lactosa y al glúten.

La lactosa es el azúcar que se encuentra en la leche. Normalmente, la enzima lactasa, que está presente en el intestino delgado, descompone la lactosa en azúcares más simples (glucosa y galactosa), para que puedan ser absorbidos por el torrente sanguíneo. Cuando la actividad de la enzima es demasiado baja, la lactosa no se puede digerir, y pasa al intestino grueso, donde es fermentada por las bacterias de la flora intestinal. Esto puede provocar síntomas como flatulencia, dolor y diarrea.

La cantidad de leche y productos lácteos que puede producir síntomas de intolerancia varía mucho. Algunas personas que tienen una baja actividad intestinal de lactasa pueden tomarse un vaso de leche sin experimentar ninguna molestia. Igualmente, los quesos duros, debido a su contenido bajo en lactosa, y los productos de leche fermentada, como el yogur, normalmente son bien tolerados.

Como dato deciros que la actividad de la lactasa normalmente permanece en un nivel funcional adecuado hasta los 5 años de edad y después tiene dos patrones evolutivos naturales y diferentes en humanos. Una evolución es una declinación hasta prácticamente desaparecer, alcanzando actividades entre 5 y 10% del nivel detectado en el recién nacido. Esta tendencia, en humanos, es prevalente en Australia, Oceanía, Este y Sudeste asiático, África tropical y aborígenes americanos. El otro patrón evolutivo de la actividad lactasa es su persistencia con la edad. Es típico del norte y centro de Europa, angloamericanos y poblaciones nómadas de árabes y africanos. El resto pertenece a un patrón intermedio. La disminución fisiológica de la actividad lactasa en adultos puede acompañarse de síntomas de intolerancia o de molestias inespecíficas, no siempre evidentes. Ocasionalmente, se ha relacionado con dolor abdominal recurrente, diarrea idiopática y colon irritable, los cuales característicamente se inician después de consumir leche o productos ricos en lactosa.

La intolerancia al gluten es un trastorno intestinal que se da cuando el cuerpo no puede tolerar el gluten (una proteína que se encuentra en el trigo, el centeno, la cebada y las avenas). La prevalencia de esta afección, también llamada enfermedad celíaca o enteropatía inducida por el gluten, está infravalorada.

La enfermedad celíaca es una intolerancia permanente que se puede diagnosticar a cualquier edad. Si el enfermo consume alimentos que contienen gluten, la mucosa del intestino delgado queda dañada, y tiene menos capacidad para absorber nutrientes esenciales como las grasas, las proteínas, los carbohidratos, los minerales y las vitaminas. Entre sus síntomas destacan la diarrea, la pérdida de peso, la fatiga, la irritabilidad y el dolor abdominal. En los niños, se pueden dar síntomas de desnutrición, entre ellos problemas de crecimiento. Cuando se elimina el gluten de la dieta, el intestino se regenera gradualmente, y desaparecen los síntomas.

Aunque estos son los dos casos más comunes de intolerancia pueden producirse intolerancias a otros alimentos debido a la inactividad (o baja actividad) de las enzimas digestivas. Siempre y cuando descartéis otro problema causante y que el médico no diagnostique ningún problema mayor, la toma de esas enzimas de baja actividad pueden ayudar mucho a que los procesos de intolerancia ya que al ingerirlas mejora las digestiones. En vuestra farmacia podéis encontrar unos complejos enzimáticos que contienen varias enzimas que actúan digiriendo distintos enlaces y con la toma de una cápsula antes de las digestiones podéis ahorraros muchos problemas y disfrutar nuestra gran gastronomía.

Existen también otro tipo de intolerancias que pueden causar un desequilibrio en las paredes del intestino, haciendo que en lugar de ser impermeable permita el paso de moléculas reactivas a través de la pared intestinal. Cuando una molécula atraviesa la pared intestinal, ésta se vuelve activa frente a la producción de anticuerpos (IgG), provocando una hiperpermeabilización intestinal.
Estas IgG son inducidas por la destrucción celular fijándose lentamente y pueden formar unos inmunocomplejos que circulan por la sangre y pueden depositarse en la mucosa intestinal o en otros tejidos como las articulaciones.

La alergia y la intolerancia alimentaria se pueden diagnosticar adecuadamente utilizando métodos de detección científicamente válidos. Si alguien piensa que puede estar sufriendo una respuesta alérgica a determinadas sustancias alimenticias, lo primero que debe hacer es ir al médico, para asegurarse de que los síntomas no se deben a otra enfermedad y para que éste remita al paciente a un dietista o un especialista en alergias.

En el caso de las intolerancias, además de la consulta con el médico para descartar otros problemas, se puede realizar un Test de intolerancia alimentaria, eso sí, un test fiable y validado. Existen en el mercado varios tipos de test de detección de intolerancias alimentarias, pero debemos recordar que los dispositivos que realizan este diagnóstico sin extracción de sangre, no están validados.

Además, para llegar a un diagnóstico fiable, se debe conseguir un historial detallado sobre los antecedentes del paciente y de sus familiares. Hay que prestar especial atención al tipo de síntomas, su frecuencia y a si se dan cuando se consumen determinados alimentos. Es decir, se debe realizar un estudio completo y no un simple test.

Recientemente hemos incorporado a nuestros servicios en la farmacia la realización de varios tipos de estudios, entre ellos el Estudio de Intolerancia Alimentaria. Este servicio incluye una primera entrevista con el paciente para la toma de datos, síntomas, inquietudes respecto a la alimentación, etc… en caso de considerarlo necesario, se propondría la realización de un test de intolerancia alimentaria tras el que se entrega un informe completo y se explicarían los resultados obtenidos en el test y en caso necesario se propondrían las pautas a seguir respecto a la alimentación y al posible tratamiento de su problema.

 

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Si crees que puedes estar sufriendo intolerancia a algún alimento, y quieres saberlo con certeza, no dudes en solicitarnos más información.

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