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En psicología, al igual que ocurre con las personas, no hay dos casos iguales.

¿Qué quiere decir esto? Muy sencillo, yo te lo explico: a dos personas no se las puede tratar de igual manera. Su problema no tiene la misma raíz, ni han vivido lo mismo, ni tienen la misma formación, ni la misma personalidad… Podría seguir hasta el infinito diciendo diferencias, pero creo que nos hacemos una idea.

 

 

De ahí viene que, si vamos a alguno de los manuales de psicología, vemos que trastornos como la depresión o la ansiedad (que son cada vez más comunes) tienen síntomas muy ambiguos.

Por ejemplo, estos son algunos de los síntomas para la depresión mayor:

Disminución o aumento del apetito.

Insomnio o hipersomnia.

Agitación o enlentecimiento psicomotor.

Seguimos para bingo.

Es decir, una persona puede tener depresión y que tenga ganas de comer todo el día, apenas duerma y esté nervioso. O al revés. O mezclado. Y en todos los casos sería depresión.

 

 

A su vez, estos síntomas pueden aparecer en más de un trastorno. O sin necesidad de que se llegue a considerar un trastorno. No existen etiquetas para todo, ni tampoco son tan necesarias.

Entonces… ¿por qué nos empeñamos en compararnos con el resto de la gente? ¿por qué creemos que poner una etiqueta a lo que tenemos nos salva? ¿por qué se empeña el sistema sanitario en intentar tratar con medicación a una persona con síntomas depresión o ansiedad, antes de que haya sido vista por un especialista?

 

 

En nuestro país, si una persona va a su médico de cabecera con síntomas que encajen (en apariencia) como depresión o ansiedad, se le receta un antidepresivo o un ansiolítico. Y SE VA A SU CASA.

Así. Sin que le haya visto un profesional especializado: ni psicólogo, ni psiquiatra.

MAL.

Y aquí viene lo gordo: al igual que dos personas no tienen dos depresiones iguales, – SORPRESA – no todas las depresiones tienen que medicarse. Ni todas las ansiedades. Ni ningún otro problema.

 

 

Hay que ver siempre el caso particular, incluso hacer otro tipo de pruebas, para saber si para esa persona es bueno que tome medicación.

No sobremedicalicemos.

No escatimemos en salud.

Si te duele la barriga, vas al médico.

Si te duele una muela, al dentista.

Si te duele el cuello, al fisioterapeuta.

Si crees que puedes tener depresión, ansiedad, o cualquier otro problema psicológico, vete a un buen psicólogo.

 

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