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Estos días hemos conocido la aparición del primer caso de Ébola en Estados Unidos y ayer mismo Europa Press publicaba una noticia en la que según las predicciones del MoBS (Laboratorio de Modelos Sistémicos Biológicos y Socio-Técnicos) aparecería algún caso en Francia a finales de este mes con una probabilidad del 75%.
Por ello han vuelto a disparase las alarmas sobre la posible expansión de la enfermedad y me ha parecido oportuno tratar el tema en el blog, es importante estar informados, aunque, de momento, no sea necesario alarmarse.
El Ébola es una enfermedad hemorrágica muy contagiosa y con una alta mortalidad que oscila entre el 50 y el 90%. Tanto el virus, como la enfermedad, deben su nombre a un rio zaireño donde es identificado por primera vez por el doctor D. Finkes en 1976.
Algunas especies de murciélagos de la fruta africanos son considerados los portadores naturales del virus, pero aparece también en puercoespines, antílopes y primates (monos, chimpancés, gorilas).
El contagio se produce por el contacto de mucosas o piel lesionada con órganos o fluidos corporales (sangre, sudor, orina, saliva, semen) de animales o de personas -vivos o muertos- que hayan sido infectadas por el virus. También puede contagiarse por la manipulación de materiales contaminados por dichos fluidos. No se transmite por el aire, ni por el agua, ni a través de los alimentos (siempre que estén cocinados).
La enfermedad tiene un periodo de incubación de entre 2 y 21 días, aunque lo más habitual es que los síntomas comiencen entre el 5º y el décimo día. Durante el periodo de incubación no se produce contagio.
En una primera etapa los síntomas son:
- fiebre alta
- dolor de cabeza
- dolor muscular
- dolor de garganta
- debilidad intensa
Y en una segunda fase aparecen:
- vómitos
- diarrea
- erupciones cutáneas
- hemorragias
- alteración de las funciones de hígado y riñón
En la actualidad no existe una cura, ni tratamiento específico, ni vacuna para la enfermedad y siguen sin conocerse las razones por las que algunos enfermos consiguen recuperase mientras que para otros resulta mortal.
Hay algunos tratamientos experimentales que han resultado eficaces en animales pero que aún no han sido probados en estudios con humanos.
La principal medida para prevenir el contagio consiste en evitar el contacto con sangre y otros líquidos corporales de personas o animales que estén enfermos de Ébola o sospechosos de estarlo. También evitaremos el contacto con personas o animales que hayan fallecido debido a la enfermedad, y con los objetos que hayan podido estar en contacto con sus fluidos.
Pese a la gravedad de la enfermedad y a ser uno de los virus más peligrosos para el hombre, debemos ser capaces de relativizar su importancia. En cifras de la OMS, el brote actual de la enfermedad lleva 7178 contagios y 3338 muertes, una cifra importante pero muy alejada de las más de 300.000 muertes que, sólo en el África Subsahariana, se producen al año debidas a la Malaria o el más de un millón que son debidas al Sida en la misma zona.
muy interesante pero da mucho respeto
Es cierto Thais, lo desconocido siempre da más miedo, así que mejor estar informado 😉
En realidad lo que alarma de este virus es la rápida propagación, su tasa alta de mortalidad, la inexistencia de vacunas o antivirales específicos; y el desconocimiento inevitable por tratarse de una virosis de reciente descubrimiento; es cierto que el exceso de alarma no es saludable para la salud individual, ni para la pública. Pero también un descuido por exceso de confianza de las autoridades sanitarias correspondiente, se puede traducir en un problema serio…
La información adecuada y oportuna, ayuda mucho a prever el alarmismo.
Un saludo, y agradecemos enormemente toda información fresca acerca del comportamiento epidemiológico del ËVOLA. y ello no podría dar alguna lectura “psicoanalitica clínica” de este agresivo agente, aun no muy bien conocido.
Es cierto, no debemos ni alarmarnos ni relajarnos en exceso.
Muchas gracias por el comentario y las aportaciones.